Tercero de la
serie. Durante sus veinticinco años de vida, Charlotte Hudson había
aprendido muy bien a ser una persona seria y profesional. Sin embargo, de
repente se vio envuelta en el rodaje de una película de Hollywood, atrapada en
una milenaria mansión de la Provenza con Alec Montcalm, un playboy francés de
dudosa reputación. Mientras sus parientes de Hudson Pictures filmaban en
Château Montcalm, un verdadero romance tenía lugar bajo sábanas de seda y tras
legendarias puertas de madera.
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