Tercero de la saga. Emily Balfour había huido de su vida de
cuento de hadas tras descubrir que se sustentaba en mentiras, y ahora tenía que
esforzarse para llegar a fin de mes.
El príncipe Luis Cordova reconoció inmediatamente a la joven Balfour, la
única mujer que no había caído rendida a sus pies.
Emily no tenía ni un penique, así que no podía rechazar la oferta del
príncipe: un trabajo y un techo bajo el que cobijarse, aunque tuviera que
compartir la cama de aquel playboy.
Súbitamente trasladada a la isla de Santosa, la inexperta Emily no
lograba estar a la altura de la potente sexualidad de Luis, pero su corazón no
se conformaba con convertirse en una muesca más en el cabecero de la cama
regia.
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