Segundo de la saga. La prepotente Kat Balfour había ido al yate
de Carlos Guerrero para realizar un crucero, pero cuando le entregaron un
delantal se dio cuenta de que estaba allí para trabajar, no para divertirse.
Carlos, brillante hombre de negocios y audaz aventurero, era todo un enigma.
Sin posibilidad de escapatoria, mecida por las olas con el hombre más
sexy y poderoso que había conocido en su vida, Kat estaba muy lejos de hacer
pie.
A Carlos le divertía el nuevo miembro de la tripulación. Tenía que
obligar a trabajar a su flamante empleada, aunque preferiría llevársela a la
cama. Antes, sin embargo, debía domar a esa testaruda belleza
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