Nunca consideraba
la posibilidad de perder... pero, de repente, ganar cobró un significado muy
distinto.
Casarse con el
impresionante pero gélido consejero delegado Chase Whitaker no había sido nunca
el destino de Zara Elliott, pero tendría que seguir el juego para salvaguardar
la empresa familiar...
A Chase solo le
interesaba una cosa, su intrincado plan para vengarse del padre de Zara. ¿Qué
era lo único con lo que no había contado? El encanto y la belleza natural de
Zara, que hacían que sus sólidas defensas se tambalearan.
La noche de bodas
resultó ser un giro de ciento ochenta grados en el plan y los dos se dieron
cuenta de que la situación se les iba de las manos.
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