Cuando la
herencia de J. T. Stone pendía de un hilo, a Violet Fontaine se le ocurrió la
solución perfecta. La heredera de Las Vegas decidió echarle una mano a su
atractivo rival empresarial, proponiéndole un matrimonio de conveniencia. La
única condición era que ese trato no llegara al dormitorio, aunque él no estaba nada de acuerdo en verse privado de
una de las ventajas más dulces del matrimonio.
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