Séptimo de la saga.
A la princesa Lissa Karedes, conocida
por su afición a las fiestas, la habían enviado a Australia para que aprendiera
lo que significaba trabajar de verdad. Sin embargo, el millonario James Black,
su atractivo jefe, tenía otras ideas en mente. No pensaba tratarla de manera
distinta sólo porque fuera princesa, pero sí sentía la tentación de romper su
regla de oro y… ¡acostarse
con su ayudante! Lissa era un desastre para los negocios, así que cuando un error suyo estuvo a punto de arruinar la
reputación de James, éste
decidió darle un ultimátum:
no podría volver a entrar a la sala de juntas,
pero estaba dispuesto a ofrecerle un ascenso… en
el dormitorio.
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