No tenía nada que perder, excepto quizás lo único que
había pensado que era intocable, su corazón.
Travis Wilde no era un hombre que creyera en el amor
ni en el compromiso, pero nunca rechazaba a una mujer que estuviera dispuesta a
irse a la cama con él. Normalmente, una joven tan inocente como Jennie Cooper
habría conseguido anular su deseo como si acabara de darse una ducha fría, pero
su determinación y sus fabulosas curvas estaban consiguiendo que su cuerpo
ardiera por ella.
Jennie tenía que enfrentarse a su vida y estaba
decidida a eliminar unas cuantas cosas de su lista de tareas pendientes.
Algunas eran algo arriesgadas, como la de acostarse con un hombre como Travis
Wilde
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