La rica heredera Juliana Alden
quería saber lo que era vivir al límite y, en cuanto vio a Rex Tanner en una
subasta benéfica de solteros, supo que había encontrado lo que buscaba. Lo
único que tenía que hacer era comprárselo
A Rex no le hacía ninguna gracia que
lo adquirieran, sobre todo alguien de la alta sociedad, aunque Juliana no era
una chica rica cualquiera. La atracción entre ellos fue inmediata, pero Rex se
había prometido a sí mismo mantener a raya al animal indómito que había en su
interior. Si Juliana supiera lo malo que era de verdad, no querría saber nada
de él.
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