AJ
Harris necesitaba marcharse para no enfrentarse con el pasado, personificado
por una belleza con herramientas de carpintero y botas de trabajo... que además
resultaba ser la madre de su hijo. Pero el destino tenía otros planes para él
porque, sin saberlo, AJ había contratado a la empresa de Samantha Elliott para
que arreglara y vendiera la vieja casa de su abuela. Tendría que ocultar que
hacía tres años había adoptado en secreto al hijo que Sam había
abandonado.
Con lo que AJ no contaba era con el vínculo que surgiría inmediatamente entre madre e hijo, ni tampoco sospechaba los motivos nada egoístas que habían llevado a Sam a renunciar a su hijo.
Con lo que AJ no contaba era con el vínculo que surgiría inmediatamente entre madre e hijo, ni tampoco sospechaba los motivos nada egoístas que habían llevado a Sam a renunciar a su hijo.
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